FÍBULA DE CHICLANA DE SEGURA

       FÍBULA DE CHICLANA DE SEGURA.

Escrito por Miguel Milla Valdivia. 

En el año 1972 se encontró en la finca del Engarbo en Chiclana de Segura (Jaén, España) el conocido como Tesoro de Chiclana de Segura, muy cerca del que fue oppidum íbero de Castellón del Moro. Se cree que fue el depósito de un orfebre de la ciudad y consta de 22 denarios republicanos y otras 38 piezas, todas de plata y que en total suman más de 1.200 gr. de este metal. De todas ellas la pieza más importante es una fíbula conocida como Fíbula de Chiclana de Segura hasta el punto que se considera uno de los objetos más importantes del arte íbero.





Se ha datado (junto con el resto del tesoro) entre los siglos II y I a.C., tardía por lo tanto y sin embargo de estilo La Tène Medio puesto que es una fíbula de pie largo que se vuelve sobre sí mismo hasta abrazarse al puente. Representa una escena venatoria (es decir, de caza) en la que un guerrero a caballo persigue a un jabalí. Entre medias no está claro si hay un perro o un cervatillo (según qué autores) y en la parte trasera se representa una escena diferente de la que ahora hablaremos.





La figura del caballo es la que da la forma y espacio a la pieza puesto que son sus patas delanteras las que forman el pie que se vuelve hacia atrás como antes comentamos. Se representa con una crin poderosa, bien definida y un cuello decorado con incisiones y una especie de collar. Sobre su grupa cabalga un guerrero desnudo cuyo brazo derecho está doblado como sujetando una lanza o venablo... o quizás una espada (no se ha conservado). Su brazo izquierdo porta una caetra (escudo íbero) decorada con incisiones en su borde externo y con una estrella pentagonal en su centro. Al contrario que el resto de su cuerpo su rostro y cabellos están muy detallados.





En cuanto al jabalí está representado en una actitud de movimiento (huyendo, a la carrera) con la crin erizada y la cola retorcida, los músculos de las patas marcados, todo ello con incisiones decorativas. En relación al otro animal, sea perro o ciervo, está representado en una posición más estática y con el cuerpo en dirección hacia el guerrero y  la cabeza vuelta hacia el jabalí.





En la parte trasera hay una escena diferente: una figura femenina con dos próstomos de caballo a cada lado. Lleva una falda reticulada y torques y tiene los brazos en jarra. Se ha identificado con una diosa, de hecho algunos autores afinan más indicando que se trata de la diosa de los caballos Potnia Hippon.




Las fíbulas representaron toda una revolución en la moda antigua puesto que permitía llevar los mantos y túnicas mediterráneos abrochados junto con un cinturón que lo ciñera. En época íbera las mujeres solían llevar el manto largo y los hombres corto (junto con un escote en V que parece que hacía furor). Estos mantos al parecer eran de colores vivos, sobre todo rojos aunque también los había ajedrezados rojos y blancos con los bordes azules como nos muestra la Dama de Baza. De la importancia de las fíbulas como muestra de estatus social y económico ya nos queda testimonio desde la época tartesia (ss. IX-VII a.C.) junto con espadas, peines de marfil o espejos.




Normalmente eran de bronce y en el mundo íbero se adoptó la fíbula anular a partir del s. VI a.C. como nos muestra por ejemplo la Dama de Elche. Sin embargo la Fíbula de Chiclana de Segura sigue manteniendo el tipo La Tène Medio a pesar incluso de ser tan tardía. Estos dos hechos, junto con el estar hecha de plata maciza y su calidad artística la convierten en una pieza clave del arte íbero.

Las fotografías fueron tomadas por el autor en el Museo Provincial de Jaén donde se encuentra actualmente (a la espera de ser trasladada junto con muchas otras piezas al nuevo Museo Internacional Íbero de Jaén). Como podéis comprobar se tomaron en dos momentos diferentes ya que he tenido la suerte de poder verla por ambas caras al ser cambiada de posición.

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