EL SASTRE DE LOS JILGUEROS DE VALDEPEÑAS DE JAÉN.

Corría el verano de 1952 en Valdepeñas de Jaén y unos niños, entre el trasiego y escaramuzas de infantiles juegos, encuentran caído en el suelo y al pie de un árbol un nido de colorines, que es como llamamos por estos pagos al ave canora conocida como jilguero. Los niños, movidos por la lástima dejan el nido en edificio del ayuntamiento para que los sigan alimentando sus padres... Todos excepto uno que se lo dan a un barbero conocido como Gregorete. Éste le pone un cimbel al colorín dejándolo en semilibertad dentro de la barbería e incluso a veces soltándolo. Lo que no sabía es que no era colorín sino colorina que, en un descuido, se le escapa.


Sin embargo ya empieza a caer sobre Valdepeñas el invierno, tan frío como puede serlo cualquier invierno de zona de montaña. Y así, todos los días, veía a la colorina posarse en su balcón Baltasar Infante Morales, de profesión sastre; el cual sintió lástima del pajarillo y pidió a su hijo que pusiera una trampa para capturarlo y tenerlo dentro de casa al abrigo de las inclemencias del tiempo. Enterado Gregorete le dijo que podía quedárselo y así tuvo por unos días Baltasar a la colorina en una jaula.


Pero viendo que no se adaptaba a su encierro la soltó para que volara libre por la casa. Poco a poco el animalillo fue cogiendo confianza y se acercaba a Baltasar y a sus aprendizas... ¡qué alegría el tener al animal revoloteando y cantando mientras se realiza la dura tarea! No terminado del todo el invierno un día salió por la ventana y no volvió... Baltasar se entristeció pero quiso el destino que no le durará mucho puesto que volvió​ la jilguera a los pocos días... De día entraba y salía y la noche la pasaba dentro.


Fue llegar el buen tiempo y cambio de costumbres durmiendo fuera y entrando a visitar a su amigo hasta quince veces al día... Esto sorprendió mucho a los lugareños y el sastre se hizo famoso hasta el punto de que siempre había alguien viendo sus entradas y salidas. Al poco desapareció por otros pocos días y, cuando muchos pensaban que habría sido cazada, apareció y día picoteando el cristal de la ventana... Cual no sería su sorpresa cuando apareció acompañada de de un hermoso colorín que al poco se atrevió a entrar también y comer de la mano de Baltasar y otra vez desapareció trayendo esta vez... ¡cuatro jóvenes colorines! Sus pequeños hijos que fueron presentados al satre amigo que un día salvara a la madre. El que no volvió a aparecer fue el hermoso colorín.


Así fue como el verano de 1953 se pasó con la colorina y sus cuatro polluelos entrando y saliendo de la sastrería. De ello hay constancia y no leyenda solamente porque un marchante, F. Tamayo, tuvo noticias y dio parte al diario ABC a su vuelta a Madrid donde se escribió un artículo que puso a Valdepeñas de Jaén y sus jilgueros no solo en el candelero nacional español sino también en el extranjero hasta tal absurdo punto que provocó una asamblea de la ONU por la protesta del delegado soviético a fines de agosto de 1953 porque decía que se hablaba de sensibilerías de jilgueros y no de cosas graves como la Guerra de Corea exigiendo una amonestación a Tamayo por ser el que originó la historia. Fue derrotado en votación 200 a 3... Y no es broma. También dio lugar a que un grupo de poetas, "Alforjas por la poesía" fueran a hacerle un recital poético a la jilguera. Y tampoco estoy de guasa.


Sin embargo como casi todos los finales este no fue feliz. Desapareciendo en otoño apareció enferma el 26 de diciembre a ver a su amigo. Negándose a comer dice la leyenda que durmió en la cama de Baltasar mientras este le daba calor con su cuerpo el día 29 de diciembre, hecho que salió reflejado en el diario ABC el 30 de diciembre de 1953.

Desde entonces Valdepeñas de Jaén también fue conocida como Valdepeñas de los Jilgueros.


Fotografías de la casa y las placas del autor. Fotografías de los colorines proporcionadas por Llanos Lizan Palacios.

Miguel Milla Valdivia.

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